Desde fin de 2023 ha empezado a transitar un proyecto que, por un lado, es fruto de una articulación fructífera entre dos organizaciones cordobesas, referentes en el trabajo por una perspectiva de derechos humanos en los campos de la discapacidad y de la salud mental, como son la Mesa de Trabajo en Discapacidad y Derechos Humanos, y el Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos; pero que sobre todo se presenta como una apuesta ambiciosa, ya que pretende articular abordajes, perspectivas y debates e incidir en agendas políticas a partir de las voces, los deseos y la participación en primera persona de mujeres con discapacidad y de mujeres usuarias de servicios de salud mental. Todo en un escenario de retrocesos brutales en las condiciones materiales de vida, en los derechos sociales de las mayorías, que repercute de manera desproporcionada en los sectores más vulnerados, como por ejemplo las mujeres convocadas por esta iniciativa. En esta nota conversamos con el eoquipo que lleva adelante el proyecto.
La idea central es organizar encuentros, espacios de diálogo entre mujeres con discapacidad y mujeres usuarias de servicios de salud mental, para conversar sobre una diversidad de “temas y urgencias planteadas bajo el paraguas conceptual de los cuidados: desde la construcción de apoyos, el derecho a tomar decisiones, los derechos sexuales reproductivos y no reproductivos, hasta las violencias, las múltiples expresiones del capacitismo, la falta de oportunidades y la participación social y política”. A partir de estos diálogos y de otros procesos, como relatos de primera persona en contextos institucionales, el desafío es la producción de información desde las voces de las mujeres con discapacidad y usuarias de salud mental, que intervengan en la agenda y los debates en torno a los cuidados, identifiquen y eliminen barreras sociales y estructurales que limitan su participación en la vida en comunidad, y participen en procesos de incidencia política en los planos local, provincial, nacional y regional.
El nombre de la iniciativa es un juego de palabras que “enlaza las identidades discas y locas con una provocación que plantea “dislocar” las formas instituidas y legitimadas de participación, de incidencias, de construcción de agendas, de activismo.” El movimiento feminista viene luchando hace décadas, por desarmar cuestiones tan arraigadas y elementales como la organización social de los cuidados, liderando la construcción de una agenda que conciba los cuidados como un derecho, “respecto del cual hay responsabilidades sociales y colectivas, que deben ser abordadas desde las políticas públicas”. En el marco de este proceso, en el encuentro de agendas políticas, entre el feminismo, la perspectiva de accesibilidad y la concepción de los apoyos se inscribe la provocación que lanza dislocadas.
El documento de la propuesta se compromete, “a partir de las voces, experiencias y demandas de las mujeres con discapacidad fortalecidas en la participación activa en la vida en comunidad, se articulará una agenda de incidencia social y política a nivel local, nacional y regional acompañada con una estrategia de comunicación dirigida a audiencias diversas, de manera inclusiva”.
¿Cómo surge Dislocadas?
«Hace ya muchos años que venimos desarrollando desde el Observatorio y la Mesa el monitoreo de la situación general de las personas con discapacidad y las personas usuarias de servicios de salud mental. En el último tiempo, además fuimos enfocando más en las problemáticas específicas que viven las mujeres, las disidencias y los niños y niñas con discapacidad y usuarias de salud mental”. En el 2023 elaboraron el Informe Alterno sobre la Situación de las mujeres con discapacidad y usuarias de salud mental de Argentina, que presentaron ante Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de la ONU (publicado en la tinta: https://latinta.com.ar/2023/02/27/mujeres-ninas-discapacidad/ ) “Nuestros registros de las realidades concretas, los testimonios de las personas confirmaron una y otra vez lo que las perspectivas teóricas vienen expresando hace décadas: las vulneraciones de derechos son más complejas, específicas, entrelazadas en la intersección de las niñas y mujeres y disidencias con discapacidad, y usuarias de servicios de salud mental».
El comentario de las mujeres que llevan adelante el proyecto se conjuga en interrogantes y reflexiones centrales de esta iniciativa: ¿Cómo se defiende una mujer con discapacidad de situaciones de violencia de género si el sistema de atención y acompañamiento a las mujeres les resulta inaccesible?, ¿Cómo ejercen la maternidad las mujeres con discapacidad intelectual que desean ser madres, frente a los prejuicios sociales que no las consideran capaces de hacerlo?, ¿Cómo orientar la lucha por el reconocimiento de los cuidados, en la que las personas con discapacidad no sólo, no siempre, no necesariamente sean consideradas personas cuidadas, sino también personas cuidadoras?, ¿Cómo las representaciones sociales sobre la protección y la seguridad se potencian en el caso de los niños, niñas y mujeres con discapacidad, expresándose en condiciones de sobreprotección y segregación que inhiben posibilidades y procesos de participación social?
Precisamente, el vínculo entre la accesibilidad, los apoyos y el ejercicio de la participación resulta clave en las reflexiones que ya dispara esta iniciativa. Para el equipo, de nuevo, se traduce en interrogantes que motivan conversaciones: ¿quiénes participan?, ¿a través de qué modalidades?, ¿cómo es esa participación?, ¿cuáles son los principales obstáculos para la participación?, ¿qué inaccesibiliades existen? ¿llegan las mujeres con discapacidad y usuarias a los encuentros?
La iniciativa Dislocadas además forma parte de un proyecto que se despliega a una escala nacional, que apunta a “promover la inclusión de la discapacidad en las agendas feministas sobre cuidados en América Latina” y que además de la “pata cordobesa” se desarrolla en Jujuy, con la organización de mujeres con discapacidad MUDEBA (Mujeres derribando barreras) y es coordinada por la organización feminista ELA (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género) de la ciudad de Buenos Aires.
Este proyecto busca potenciar el trabajo colaborativo entre organizaciones y movimientos: el feminismo y las organizaciones de mujeres con discapacidad, en un proceso de fortalecimiento y aprendizaje recíproco que permita construir las bases para una conversación más rica sobre los sistemas integrales de cuidados desde una perspectiva interseccional. El documento de proyecto que las organizaciones elaboraron plantea que “a partir de la colaboración entre las organizaciones que ejecutan el proyecto se propone contribuir a la incorporación del enfoque de discapacidad en el proceso de debate y formulación de políticas públicas, con la activa participación de mujeres con discapacidad y usuarias de salud mental”. Un comprometido optimismo realista aparece en las miradas del equipo conformado por ambas organizaciones: “vivimos un contexto terrible, de ajustes a las condiciones materiales de vida de las mayorías, de retrocesos en tantas conquistas y derechos, pero sobre todo de retrocesos en las condiciones más básicas de la convivencia comunitaria. Con nuevas formas reaparece como un aluvión el viejo sálvese quien pueda que desarticula, fragmenta, como una barrera para la construcción de futuros deseables. En ese marco desolador, este proyecto es una invitación, a fortalecer la expresión de lo común, a renovar la textura de las agendas colectivas, incorporando voces excluidas, dislocando los espacios, entornos, las formas y los procesos necesarios para la transformación social”.