El viernes pasado realizamos el 5to encuentro de usuarios y usuarias de servicios de salud mental. Más de 180 personas nos encontramos en el Centro Cultural Graciela Carena para conocernos y compartir nuestras experiencias como usuarios y usuarias de servicios de salud mental; y como acompañantes y trabajadores y trabajadoras del campo de la salud mental. En esta nota contamos (y mostramos) un poco más sobre la jornada y algunos resultados.
Todo empezó pasada las 9 hs. cuando los grupos empezaron a llegar a la céntrica casona donde hace ya 15 años funciona el Centro Cultural Graciela Carena (Alvear 157). El Carena, como lo conocen todes en el ámbito de la cultura de Córdoba es un espacio importante para el despliegue de expresiones estéticas y actividades culturales, entrelazadas en una perspectiva inclusiva, con una fuerte preocupación por la accesibilidad y la calidad en el espacio. Allí todo el mundo puede ir a realizar alguno de los talleres que ofrecen, disfrutar de los eventos que se realizan, y de las cosas ricas que preparan en la cocina, o participar de la agenda de actividades culturales y espacios de construcción social que surgen allí. Precisamente, como este encuentro que tuvimos el viernes.
Dibujando nuestras experiencias singulares. Luego de un primer momento en el que nos reunimos en el auditorio para que los distintos grupos se fueran presentando, contando de qué organizaciones o espacios venían; nos «mezclamos» en grupos de varones, de mujeres y disidencias, de jóvenes y de personas adultas. En cada uno de estos grupos teníamos la misma consigna: en un gran papel afiche fuimos armando «mapas» dibujando y ubicando los lugares, las instituciones (públicas, privadas, o las organizaciones sociales) donde acudimos a solicitar y recibir atención en salud mental, en adicciones, o apoyos para personas con discapacidad en los últimos años. Además un último grupo fue conformado por referentes organizacionales y trabajadores y trabajadoras del campo de la salud mental, la discapacidad y las adicciones. Cada uno de estos grupos estuvo acompañado por integrantes del equipo de la organización que se conformó entre las organizaciones que impulsaron el encuentro y estudiantes universitarios participantes de las convocatorias «ConCiencia Social en Salud Mental» (en esta nota contamos un poco más) y «La Salud Mental está en los Derechos» que lanzamos desde el Observatorio y la asociación Confluir Usuarixs en Salud Mental.
En ese mismo papel fuimos identificando las trabas o barreras con las que nos encontramos al ir o intentar ir a esos lugares, con colores señalamos las experiencias positivas y negativas de atención que tuvimos en algunos de esos lugares. Y marcamos los recorridos que cada uno y cada una fue haciendo en los últimos años por esos servicios, y lugares. Finalmente, cada grupo pensó en propuestas que podrían hacerse y que mejorarían la atención en salud mental. Y así cada grupo fue dibujando, delineando su mapa de recorridos por distintos servicios, las barreras, y las propuestas que podríamos hacer para mejorar la atención en salud mental.
Un espacio de encuentro cuidado y potente.
El ejercicio en los grupos reducidos permite generar las condiciones para compartir: abre las posibilidades a que todos y todas intervengan, cuenten, compartan, se animen a decir en un espacio respetuoso y cuidado, lo que muchas veces queda «guardado». Y escuchándose entre todes, se encuentran las experiencias similares, las historias en común, las intersecciones entre recorridos, las frustraciones ante la falta de respuesta, el agradecimiento ante tal espacio que supo estar y acompañar; la posibilidad de ver que «lo que me pasó, no sólo me pasó a mí». En ese tránsito de historias individuales a esos mapas más grupales, inclusivos de las singularidades, van surgiendo voces cuyos tonos se escuchan como voces políticas.
Esos relatos narran las experiencias, los recorridos sin rumbo, las peregrinaciones que las personas se ven obligadas a realizar entre nodos de sistemas públicos y privados en general desconectados, descoordinados y contradictorios, en la búsqueda de servicios de salud que les den oportunidad de proyectar la vida con dignidad; se entrelazan también con los reconocimientos hacia aquellos espacios que supieron alojar, hacia aquellos y aquellas que ponen el cuerpo, con intervenciones amorosas, empáticas y esperanzadoras en contextos críticos y condiciones siempre precarias de trabajo.
Así van surgiendo voces que no son individuales, que con formas muy singulares construyen una acción, una potencia de manifestación, una agencia social que delinea, a través de mapas, de íconos de hospitales, de trayectorias dibujadas con fibras y de historias que se entrelazan, una agenda propia de demandas.
Porque es sabido: los poderosos tienen multiplicidad de formas, herramientas, tecnologías y recursos para instalar sus intereses -consolidados entre sectores y actores-, como anhelos colectivos; su posición de privilegio como fenómeno natural y su proyecto de sociedad desigual e injusta como el único posible. Mientras que, para los grupos vulnerados, afectados por las múltiples formas de opresión que se entrelazan en la organización social resultante del proyecto de los poderosos, sólo se tienen a si mismos: a la organización como espacio de encuentro, de manifestación y de participación; para poder construir y transformar colectivamente el dolor singular individualizante, en lecturas políticas, en articulación y construcción de identidades políticas; en la construcción de estrategias, proyectos y programas de disputas en el plano de la distribución material y de la economía; en el plano de la cultura, el sentido y la historia, y en el plano de la construcción de la idea de futuro social.
Para ello se requiere mucho encuentro, muchos espacios de diálogo, de intercambios. Para que circulen los sentidos, el aprendizaje y la creación colectiva; para al fin narrarse su propia narrativa, con sus propios lenguajes y sus propias dinámicas de representación. Ahora esto sigue, y sigue con lo que ya se avisora como un hito histórico: se viene la edición número 10 de la Marcha por el Derecho a la Salud Mental.
Participamos del encuentro, desde las organizaciones y espacios: Casa del Joven, la Casa de Convivencia, el Centro de Rehabilitación Socio Laboral; Flor de Cactus, Clínica San Nicolás, fundación La Estación, el Programa del Sol, la Radio Les Inestables, de Vientos de Libertad; de Casandra, de Red Puentes, de La Chispa, de Escritofrénicos, de la Casa de Medio Camino, y de la asociación Confluir.
El 5° Encuentro fue organizado y convocado por el Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos y por Confluir, Usuarixs en Acción por el Derecho a la Salud Mental